lunes, 12 de noviembre de 2007

Mi experiencia en inmenso azul...

Fue su mano la que tibia, suave y fuerte me tomó, fue su mano la que dirigió mis pasos y su caminar la brújula que guio mi llegar, ahí estábamos, de frente ante tan hermoso panorama, ante esta maravilla natural, él, ahí...majestuoso, imponente, impetuoso, lleno de su encantador color…exuberante…nosotros, allí…frente a él, sin palabras, hechizados, par de locos escapándose de su lucha diaria, robándole a la vida instantes de tranquilidad, de luz, de esa magia que envuelve todo ese paisaje abrazador; fue talvés la experiencia más esperada y fue grande y tal cual se soñó, estar ahí, sencilla y simplemente amando la vida, tomada de la mano del ser que se ama.

Fueron sus aguas tibias aliciente a unos cuerpos cansados, agobiados por el trajín del diario vivir, fue el sol con su tibio, el sentir la vida en la piel, fue la inmensidad el llamado a ser grandes, y a tomar toda esta maravilla que está dispuesta a nuestros pies, a caminar en arenas seguras, en playas despejadas, en horizontes de color, mágicos y sublimes.

En él se dejaron los resquemores del pasado que hizo daño, perdidos en su grandeza, en su profundidad, alejados del sentir, donde no volverán a tocar los sentimientos, de él, nos queda su grandeza, su color, su calidez, su sabor que es vida, en mi, el pensar y el sentir que lo grande está ahí para mí y mi llamado es a disfrutarlo, para él, a mi amado, dejo mi llamado…un llamado a seguir siendo vida, a seguir viendo en color, a hacer de cada día un encuentro diferente marcado por el sol, a vivir en atardeceres en todos los tonos, a hacer del horizonte un sitio cercano a un caminar bonito, tranquilo, aireado, dispuesto para cada uno, siendo uno y siendo un todo.

Al Creador, Gracias eternas…!
(12/11/2007 6:50 a.m.)

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