viernes, 2 de enero de 2009

Como una costumbre

Me acostumbre al aroma de tu cuerpo, al sabor del dulce de tus besos, a tu fragancia impregnada del aire que respiro. Me acostumbre a llorar en tus lágrimas y a sonreír en las alegrías de tus sueños. Me acostumbre a soñar con los ojos abiertos, a saber que hay mundos nuevos y un Creador del universo. Me acostumbre a trasegar en cada espacio de tu cuerpo, a escalar sujetada de la humedad de tu sexo, me enseñaste a vivir con la intensidad de quien muere cada día, a ser fuerte a ser divina, a conjugar palabras en la calidez de un beso. Y a pesar de que hoy te despides en el más lúgubre silencio, viviré en el suspiro perenne del recuerdo.

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